Distintas maneras de llevar la misma bandera.
Distintos los vientos que mueven los pliegues de todas las banderas y todas las
patrias: la apariencia es una. El grito mueve el viento, luego el pliegue y la
patria. En mi memoria guardo una primera bandera: la de los trabajadores que en
marzo del 82 fueron a gritar contra el dictador Galtieri. Llegaron hasta Plaza
de Mayo con banderas de la patria. Los recibieron a puro palo, escudos y gases
lacrimógenos. Vi desbandarse la bandera por Callao y Corrientes. Días después
vi a mucha gente volver a la plaza. Banderas al viento por las calles de Buenos
Aires. Los gritos eran vivas para el General que ayer nomás fueron a insultar.
Algo había cambiado, el General había metido mano a la bandera y con ella a la
patria. La gesta de Malvinas. Gesta de gestación malsana, porque a los pocos
meses, la patria parió muertos pibes, muchachos con diez sesiones de polígono
fueron a la guerra. Pude ser uno de ellos. La bandera, la patria y el viento
que soplaba desde la Rosada ganaba tiempo, vida para sustentar el engendro político/económico
de la dictadura. Luego de la derrota frente al imperio, los que gritaban para
elevar la bandera y la patria de la gesta, maquillaron la cara de los pibes
muertos y les dieron apariencia de héroes. Aquella bandera y su patria, la de
los que pateaban la puerta de los ciudadanos, asesinaba jóvenes: los mandaba a
la muerte, como en el sur de la gesta. Hubo luego banderas otras de violencias
sutiles. Hoy contemplo la bandera y la patria desde la memoria. La adivino otra,
la descubro en la esperanza de mi hermano.
domingo, 5 de abril de 2015
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