En un recreo hasta ahora no anotado de este
invierno, es decir, solcito, nada de viento, y una verdadera apariencia de
primavera, fuimos con los abuelos Olga y Gustavo, y mamá Evangelina hasta el
Náutico. Creo que ya te conté que el Club Náutico Gualeguay tiene mucho que ver
con la infancia de mamá. La tarde estuvo perfecta para tus gritos de alegría en
la hamaca, y para una novedad: el río. Y a la presencia del agua y los pájaros
en la otra ribera, descubriste la arena cuando caminábamos bien cerca de la
orilla. Te sentaste y empezaste a escarbar, y a desgranar pequeños terrones de
arena. Se me ocurrió entonces buscar alguno más grande para tirar al río.
Primero llamó la atención el impacto, y enseguida el dibujo en el agua. Mirabas
muy interesada, pero te aseguro que esa tarde en realidad escuchaste la música
apacible que se movía sobre el agua del paisaje.
miércoles, 18 de septiembre de 2013
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