Desde fines de enero que no me sentaba a
escribirte. Pasaban los días y yo me repetía: voy a escribir sobre el cambio.
Porque hasta hace un tiempito, cada vez que algo te llamaba la atención y
estaba a tu alcance, tu manito avanzaba decidida al contacto. Cinco deditos
cinco en pos de objetos de toda clase, cinco deditos cinco para desplegar tu
curiosidad. Silvia, tu pediatra, ya nos había avisado, el avance de la manito
en sintonía de orquesta va a ir desapareciendo para dejar lugar a los arabescos
de un solo de dedo índice. Y así fue. Ahora avanza el bollito de violines
dormidos, y en ristre el dedito de hurgar, de rascar o de acariciar botones de
juguetes que tienen música, dedito de desgranar galletitas. Buscás capturar
anteojos, investigar orejas y narices, hacer centro en la boca de la mona
Jacinta o en los ojos del oso “teneme el oso”. Tu dedo índice funciona como el
brazo de una sonda espacial que acaba de llegar a un planeta nuevo, y es así,
es todo tan nuevo que no hay día que no estés fundando barrios y miradas. Mamá
Evangelina y yo, en estos momentos en San Cristóbal, en Boedo, en Buenos Aires,
somos los testigos agradecidos.
martes, 19 de marzo de 2013
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