Collage de Mario Bellocchio |
Un libro
sobre la mesa de madera. Transcurre la media mañana. Mientras tanto de mate en
el refugio de avenida Garay. Allá lejos, en el inicio de esta historia, una
primera edición con viaje limitado. Luego fue el turno de una edición bilingüe.
Unos ejemplares en Paris y otros en Buenos Aires. Ahora, en este presente, la Guía poética de Buenos Aires de José
Muchnik espera sobre la mesa. En Boedo. 20 años después. Flamante su ropaje de
libro. Su regreso en palabras, la escritura del caminante.
Una de las
posibles afirmaciones aparecidas desde la relectura es que, a través de la
Guía, se llega hasta el centro del lugar –conocido, imaginado, y por conocido
siempre imaginado-, hasta el alma esencial de un lugar llamado Buenos Aires.
Una ciudad que devino río, quizá por haberse levantado de espaldas al río
grande. Tal vez por apagar el cielo de riachos menores (En algún lado está… más allá del entrevero de bares y avenidas… más
allá de alfiles y torres atravesando casillas y diagonales… más allá de tierras
ganadas o copas vacías… en algún lado está el líquido límite de una ciudad que
quiso olvidarlo… líquidas las almas inmigrantes, líquidas las ilusiones
traídas, líquidos los dolores acarreados… la Ciudad le dio la espalda y
buscando tierra firme se marchó.). Por la ciudad que devino río navega el
poema del hombre nacido poeta. Poema suma poema mientras la ciudad respira en
eterna fundación. En ella los viajeros, los nacidos en esta tierra, los que
llegan desde tantas otras. Todos viajeros. No es una Guía para pocos, es para
todos, para el otro. En la deriva del bote del destino se hace recomendable
andar con la Guía a la mano. Mientras transcurre nuestro tango, saludable será
reconocer los elementos que integran la vera urbanía. Un libro para afantasmarse
mientras la pulsión de la vida. Un río para buenos fantasmas. A consciencia
despierta. Dejarse llevar en la memoria mientras se despide la noche con un
beso húmedo de luz. Una vez alcanzado el estado bien aromado del buen recuerdo.
Una vez abiertas las puertas del almario -en la Buenos Aires que propone la
Guía- el navegante será hombre de a pie. Será caminante en el “Teatro de Vida”. Buenos Aires
escenario. Buenos Aires, siempre una obra en construcción. En ella la
escritura, la búsqueda, la suerte de lograr cada día. El intento de los
viajeros, de cada personaje del libreto en desarrollo.
Así lo
entiende José Muchnik, Josecito de la ferretería, Boedo 1561, allá lejos y hace
un tiempo, el pibe de barrio nacido poeta -es decir letra y música del río-
inició la escritura del poema que boceta imágenes del paisaje de la vida. Entre
las dedicatorias de la Guía: A los que
agrandaron el alma inconclusa de Buenos Aires. Queda dicho. Para todos.
Sea dicha además
la mentira y la verdad cuando el poeta anota: (…) esta guía no lleva a ninguna parte… Cuando insiste: (…) Es una guía para recorrer el alma de la
ciudad. Una estafa… una bella estafa, pues se trata de un alma inalcanzable…
Consejo de
poeta para el caminante: Nostalgia
abierta, esquina universal, calles sin bordes, juego para armar…ya descubrirá
usted su propia manera de recorrer el alma de esta ciudad.
El poeta
lleva la noticia de la vida desde la esquina de Pavón y Colombres. A modo de
instructivo recuerda: (…) la misma calle
/ con los mismos jazmines / con las mismas ansias / de imaginar futuros // mas
una brisa se inclina / y ya no es la misma / (…).
Llueve a
ambos lados de la ventana. Caminante que sale del café Margot, en Boedo y San
Ignacio: (…) Sur que no es destino / mas
búsqueda de algo // (…).
En la
ciudad, después de tanta lluvia, se escucha un tango: Alguna vez se vuelve / la casa está vacía // las camas hechas / las
fotos colgadas / las voces suspendidas / y todas las ausencias en su lugar. //
Alguna vez se vuelve / y ya no está la casa // solo algunas matas / espiando
sobre la tapia / de un baldío desplegado / sobre ausencias diluidas // Alguna
vez se vuelve / y ya no está la casa // ni siquiera su vacío / solo enigmas /
brotando entre fisuras / de tierra abandonada.
Dentro del
tango que nos espera desde el nacimiento, desde cada uno de los ingredientes
del caldo primordial, mezcla y recita el mago, el poeta alquimista de la urbanía,
y es entonces cuando se avisa: (…) acá se
vive del rebusque, cada uno se fabrica sus nostalgias (…), y luego toma
asiento a la mesa de amigos. Porque esta vez, la Guía Poética, regresa e invita
a la palabra de un grupo de amigos. Mesa generosa. Festejante de la vida, de la
amistad. Josecito de la ferretería invita a un puñado de amigos a la escritura
conjunta para bocetar una mesa Buenos Aires donde la escritura -la herramienta-
vuele mucho más allá de la escritura, y sea crónica humana de afecto, de
historia, en esta ciudad escenario donde los viajeros asumen sus personajes.
Dice la actriz Cecilia Labourt: (…)
Buenos Aires “Teatro de Vida”, con habitantes de un drama que espera ser
representado. De una obra no terminada que necesita de actores y actrices que
sientan, que tengan memoria y le presten su cuerpo a cada uno los personajes.
Como alguna vez dijo Pirandello: el hombre creó el teatro para representar la
vida; Buenos Aires se siente y encarna como una dramaturgia que se completa en
el devenir de sus ensayos. Que transpira en una pulsión que busca manifestarse.
(…). José Muchnik, el poeta, propuso una mesa de amigos, de esta manera se
abre el recorrido de la Guía sobre la ciudad. Afirma el poeta: Todas las ciudades tienen un alma: la de
Buenos Aires nació de una herida, es un alma agridulce surgida de espadas que
aquí se clavaron hace más de cinco siglos; tal vez la herida original aún no
cicatrizó, todavía no saldamos nuestro reconocimiento a los pueblos originarios
que aquí habitaban. Pero la historia sigue su curso, oleadas de culturas
inmigrantes se sucedieron, escapando de guerras, genocidios, hambrunas…
aportaron su limo a las costas del Plata. Un alma en movimiento, un alma nacida
del dolor, Buenos Aires ciudad abierta, (…). Una mesa de amigos en el
tiempo de la ciudad abierta. Imagino la mesa en Margot. Porque en su paisaje se
levantó el viento para que los viajeros nacieran su amistad. Escriben la mesa: Mario
Bellocchio (Vengo de una Buenos Aires…),
Otilia Da Veiga (Mi barrio y mi herencia),
Rubén Derlis (Dantas y Granville,
custodios de la magia y el silencio), Gabriela Giménez Lamberto (Diego Ruiz, un cronista callejero),
Cecilia Labourt (Buenos Aires “Teatro de
Vida”), Edgardo Lois (Una escritura
de Buenos Aires), Juan Carlos Manoukian (Un jardín para el encuentro en donde todos somos poetas), Ildefonso
Pereyra (Ildefonso en Boedo), Adrián
Placenti (Te quiero, Buenos Aires) (además
es autor de la música de la Guía, un poema y su música, todo queda cerquita
caminando por la calle del código QR). Desde el principio la Guía va acompañada
en la milonga de los días por los tangos dibujados por el artista plástico
Ricardo Curchi. Cuenta la Guía que en este nuevo andar de ronda y marcha -además
de la mesa de amigos, la música, y los dibujos- suma en su nuevo vestido como
libro: las fotografías de Mónica Miller donde también avisa Buenos Aires.
Los días se
suceden y la Guía continúa sobre la mesa de madera. Releo. Ida y vuelta. Paseos
de lector que, caminante, va con aire de bondinero sin apuro. El pensamiento a
través de la ventanilla. Un viajero a consciencia que encuentra cada vez la
esquina que cuenta un misterio. Un aroma que se guarda en la memoria. La Guía
atrae la lectura. Convoca desde la mesa en el refugio. De esa misma manera
tienta Buenos Aires al viajero. Tomo el libro y abro en cualquier calle. Una
vez compartí un café junto al escritor José Saramago. Un sucedido mágico en
Buenos Aires. Uno más. Mientras sostenía entre sus manos un ejemplar de su
libro La caverna, afirmaba que dentro
del libro había un hombre: el autor. Gracias a la magia del poeta -siempre
ocurrente- la Guía poética de Buenos
Aires de ayer devino en esta edición que -sucede en cualquiera de sus calles-
propone una mesa de amigos que escriben la ciudad, la de ellos y la de todos.
Una ciudad poema. Una ciudad novela. Abro en las calles de un libro donde se da
el encuentro con un puñado de hombres y mujeres, un puñado de viajeros que
anotan sus miradas en el tiempo de un libro que dice Buenos Aires.
Un viento
nuevo invita a retornar a la poética de mi ciudad. A practicar el impulso del
caminante.
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