En nuestro lugar de vacaciones terminaste de
hacer un descubrimiento. La presencia te intrigaba, tus investigaciones habían
comenzado en casa, pero fue en Gualeguay donde al fin atrapaste la cara
escurridiza de tu sombra. Un camino de cemento, una cinta gris sobre el pasto
cortito del parque, comunicaba la puerta de calle y nuestro refugio cercano al
gran sauce y las piletas. A un lado del camino se levantaban unas plantas de
regular altura, unos arbolitos a los que vos, de pasada, le sacabas alguna
hojita. Mamá Evangelina te sacó una linda foto practicando cacería en verde. Descubrí
que disfrutabas mucho cuando te sostenía en el aire, paralela al piso, y vos
mirabas hacia abajo, como si fueras en un avión. Te interesaba ver el pasto, la
tierra, el camino de cemento, y fue así que mientras te llevaba de esta manera
por ese camino, descubriste, en un regreso desde la calle, que a tu izquierda
se deslizaba una mancha oscura sobre el pasto. Nos seguían nuestras sombras a
buen paso. A partir del hallazgo y en viajes posteriores, tus ojos fueron en
exclusividad para la presencia sombra. Luego ocurrió que una noche se me dio
por sentarte en la camita que había en el comedor, y yo me tiré a un lado. Mamá
Evangelina preparaba la cena. La luz del ambiente te acompañaba desde el mejor
lugar, por lo que tu sombra dijo presente sobre el almohadón grande que estaba
sobre la cama y que se apoyaba contra la pared. Te miré justito cuando descubrías
la sombra, cuando te descubrías recortada en oscuro. Te quedaste quieta.
Después te moviste un poco, siempre sin dejar de mirarte sobre el almohadón.
Fue un lento reconocimiento. Duró unos minutos, hasta que vi cómo estirabas tu
manito para tocar las manos de la sombra. La punta de tus deditos llegaron al
almohadón y vos pegaste un grito de alegría. Enseguida pensé en la novela que
escribo hace un par de años, trata de la sombra y de la vida del abuelo
Rolando. Con mi dedo índice de la mano derecha rocé tu cara, y pensé en esas
señales que aparecen mientras trato de contar mis historias: señales del
misterio que provienen de ese costado mágico que tienen los días.
martes, 22 de enero de 2013
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