En los días en que empezaron a dar su presente
las cajas de cartón que nos servirían para la mudanza, mamá Evangelina armó una
para guardar el grupito de amigos que ya formaban tus muñecos. Al final del día,
la mona Jacinta, el perrito blanco, el oso “teneme el oso”, el chancho Cholito,
y algunos de sus asesores a la hora de tu entretenimiento, terminaban haciendo
la plancha dentro de la caja de champú Chandon. El dormitorio portátil cumplía
su función de maravillas hasta el movimiento mágico realizado por la abuela
Olga, que en una de las escapadas que se hacía desde Gualeguay hasta nuestra
Buenos Aires, le sumó otra significancia. Olguita tomó la caja con los muñecos
y la posó dentro del corralito donde vos jugabas. El descubrimiento fue instantáneo.
Manito sujeta al borde de la caja dormitorio, cartón Chandon en plano
inclinado, y la otra manito cachando del cogote al primer muñeco que estaba a
tiro. Todos a jugar al patio, en fila, uno atrás del otro. Y enseguida empezaban
a caer al dormitorio otra vez, y no era la hora de la siesta, y tampoco era de
noche. Tu felicidad en esta vida va a tener muchas direcciones postales, vos
misma vas a llevar el relato de tu lista. Cuando esto suceda, tené presente que
ella, la susodicha felicidad, una vez vivió en una caja de Chandon, la de
muñecos afuera, la de muñecos adentro, la arañada, la que fue tambor, la que
recibía tu cabeza y tu mirada de investigadora. Te vi jugar con ella, en ella y
en sus alrededores, por más de una hora. Silvia, tu pediatra, nos dijo: Ella se
muda con los muñecos en la caja. Así lo hicimos. La magia hecha por la abuela
colocó a la caja en una perspectiva lista para la vida. Que tu caja sólo libere
muñecos y esperanzas. Que la eternidad, que consiste en tomarse el tiempo para
hacer la vida, sea el paisaje por donde caminen vos, tus amigos, tu mirada.
miércoles, 1 de mayo de 2013
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