Era mediodía. En casa de un amigo. Hace una
eternidad. Como al descuido invitó con Tom. Hablábamos. Escuchaba a Waits de
fondo, así hasta que empezó Jersey girl. Pedí el nombre del músico. Supe
enseguida que yo quería para mi escritura la fuerza que este señor le imprimía
a su arte. La creación garuaba desde las regiones de la sangre y la pasión. No
lo podía creer. Estaba emocionado. Fue un golpe certero. Era su manera de
contar que había conocido una chica de Nueva Jersey y que estaba enamorado, decía
que no había nada mejor que su chica, y nada mejor que ir a buscarla para
caminar a su lado. Desde ese día que escucho la voz áspera de Tom, que muchas
veces es desgarradora. Quisiera poder raspar y acariciar con mi escritura para
así contar que una vez fui a buscar a una chica de boina blanca y que no había nada,
nada mejor en el mundo.
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