Pensamiento uno

Desde que descubrí el camino hacia la luz, no paro de rebotar contra la lámpara.















UPCN Feria del libro 2018

UPCN Feria del libro 2018
Presentación de "La marca de Gualeguay 1".

Pensamiento dos

A tener en cuenta: la felicidad es un arte efímero.

domingo, 31 de enero de 2016

Contravida de Augusto Roa Bastos (Libro recordado, Diario Tiempo Argentino (31/01/2015), texto sin firma: el diario no paga los sueldos)

Sucede cuando me dispongo a leer en la cama. Enciendo con comodidad el velador. Elevo plegaria con fuerza al dios de los bichos que vuelan: que todos tus seguidores estén en misa. No molestar en la noche. Al fin tomo el libro, lo abro y procedo hacia el abismo. Después de la lectura de Contravida, siempre pienso en su autor. Roa Bastos, el hombre, el gran escritor, y ayer, allá lejos y hace tiempo, el pibe pobre que en Paraguay había descubierto que quería escribir. Pulsiones irrefrenables: lectura y escritura. Podía intentarlo mientras dormía su padre. Y no valía con luz de vela. El escritor cuenta que para poder escribir en la noche, atrapaba bichitos de luz en el terraplén y los juntaba en un frasco de vidrio. El pibe construía su lámpara. Leía hasta que la luz de los portadores del secreto, moría. La muerte de las luciérnagas no le causaba culpa. Sucede: abro mi libro y recuerdo aquella lámpara natural en el campo. Pienso en la vida y en la muerte, como debe ser cada vez que abrimos un libro, o escribimos, o encendemos un velador.

domingo, 3 de enero de 2016

El caballo (La foto, Diario Tiempo Argentino: 03 de enero de 2016: sin firma: el diario no paga sueldo ni aguinaldo)

Me contó el amigo Deolindo Romero que promediando el 1600 Hernandarias cruzó con un contingente de españoles el río Paraná. Esos fueron los primeros hombres blancos que atravesaron la provincia de Entre Ríos. Afirma Romero que hacerlo a caballo facilitó la empresa. El caballo no es oriundo de América. El porte del animal (murmuro: empequeñecía a la bestia que lo montaba, por eso aparecieron cascos y demás metales en la bijoutería asesina) se sumó a perros y armas de fuego. Asustaban al nativo, sembraban el pánico. Sabe Deolindo que quedaron muchos caballos por el departamento de Federal, lugar que en sus principios llevó el nombre de Paso de las Yeguas.
Romero guarda historias donde el caballo dice presente entre los hombres. Su padre fue carrero, llevaba los muebles que construía la carpintería Sperandío de Gualeguay. Deolindo cuenta que nació por segunda vez cuando el caballo tiró y en un salto del carro, el pibe que fue se golpeó la cabeza. Tenía dos años. Afirma que cuando abrió los ojos vio a sus padres, al cielo y a la barriada de otro modo. Recuerda Deolindo que en su barrio pobre, temprano por la mañana, lo despertaban, además de los golpes de hacha naciendo leña, el estrépito de los caballos que tiraban de los carros lecheros. También sabe que el preso más famoso que tuvo Gualeguay, Giuseppe Garibaldi, huyó con caballos hacia la libertad. Allá en 1837 los caballos cerraron el hocico, pero el baqueano, no: lo delató al comisario Millán, que torturó al futuro padre de Italia colgado de un brazo de la cumbrera de la comisaría/rancho.

Llamo “el memorioso” a Deolindo Romero porque construye su relato diario a partir de la memoria. La barriada, el barrio pobre, fue en sus principios un asentamiento de familias a orillas del río Gualeguay. Deolindo, nacido en 1942, es tercera generación de pueblos originarios. Su barrio pobre existió sobre una tierra que haría famosa otro hijo de Gualeguay: el escritor Juan José Manauta, el Chacho. La novela: “Las tierras blancas”.