Pensamiento uno

Desde que descubrí el camino hacia la luz, no paro de rebotar contra la lámpara.















UPCN Feria del libro 2018

UPCN Feria del libro 2018
Presentación de "La marca de Gualeguay 1".

Pensamiento dos

A tener en cuenta: la felicidad es un arte efímero.

miércoles, 12 de junio de 2013

Una historia para Julia (XL)

Al final llegó el día: domingo 28 de abril, tu primer año. Te cuento, la casa donde vivimos es grande, cómoda, y estaba llena de personas. Todos de fiesta por Julia. De Buenos Aires vino la abuela Adela y se quedó con nosotros el fin de semana; también se hicieron una escapada Virginia y Mario, nuestros amigos de Boedo con los que tanto te reís. Después estaba toda la familia de mamá Evangelina, que son una banda, diría el abuelo Gustavo. Tus tíos y tus primas, los que vemos seguido, y después otra cantidad de primos de mamá y sus hijos, porque la familia Gálligo debe ocupar medio Gualeguay. A todo este despliegue familiar se sumaron nenas y nenes, chiquitos como vos, hijos de amigas de mamá de cuando ella vivía y estudiaba en esta ciudad. Yo nunca había participado en una reunión así, mi familia es chiquita y están alejados. Nunca había sido parte de la organización de un evento que dejara la cuadra llena de autos. Para que tu cumpleaños saliera bonito hubo dos personas que hicieron de todo para organizarlo: mamá Evangelina en casa, pensando y trabajando, y la abuela Olguita, que en su casa hizo todos los banderines, los adornos, preparó las bolsitas con regalitos para los nenes, todo pasó por sus manos, ella recortó, pegó, hizo moños, y anduvo colgando banderines en la galería donde se armó todo para los más chicos. Estabas hermosa. Te espié desde todos lados, fue el mejor cumpleaños al que asistí. Fue increíble ver cómo te reías en compañía de otros nenes. Los observabas muy bien, como mirás siempre, con detenimiento, y la misma atención le dabas al desafío de cada regalito, sabías que adentro de cada bolsa había algo para descubrir: el objeto no importaba, el placer estaba en encontrarlo. Se me ocurrió hacerte un regalo, y lo guardé en secreto hasta esta escritura. Te regalo tres de mis cuadros, tres acrílicos pintados por el abuelo Rolando. Ahora están colgados en el escritorio. En cada cuadro: la fachada de un café: el México, el Margot, el Cao. En esos cafés papá fue muy feliz, tenía a su Buenos Aires a la mano, y papel y tinta roja para contar historias. En estos lugares escribí la mayoría de mis libros. Pensé en los cuadros como símbolos de felicidad, porque quisiera regalarte en este primer año esa memoria que reflejan los cuadros del abuelo, una memoria para dejar a cuenta de la felicidad que vos nos das: mamá y papá en tu sonrisa de cada día.