Pensamiento uno

Desde que descubrí el camino hacia la luz, no paro de rebotar contra la lámpara.















UPCN Feria del libro 2018

UPCN Feria del libro 2018
Presentación de "La marca de Gualeguay 1".

Pensamiento dos

A tener en cuenta: la felicidad es un arte efímero.

martes, 11 de septiembre de 2012

Una historia para Julia (XVIII)

Una de las maravillas amanecidas con tu presencia, Julia querida, se manifiesta en el momento de asomarnos a tu cuna. Tanto mamá Evangelina como yo, esperamos el instante, las imágenes. Una mención especial merece tu show de pases mágicos a la hora del despertar, una danza de manos frente a tu cara o bien sobre ella; por lo general despertás en rojo, carita refregada por las últimas respiraciones del sueño, arabescos en el aire tan cercanos a la más hermosa de las fiacas. Percibimos movimiento o nace el simulacro de llanto, una de tus maneras de decir: estoy, volví, hola. Y hacia vos emprendemos el viaje corto en nuestro departamento. No hay una vez que no nos recibas con una sonrisa, vos de cara iluminada, y nosotros al tono. Nunca pensé que podía ser tan hermoso encontrarte en la cuna. Sabés, tu presencia me hizo revisitar mi pasado, volver a imaginarme bebé, a imaginar que, como ahora nos pasa a nosotros, hubo días en que mi mamá Adela, mi papá Rolando, se asomaban a mi cuna y los recibía con una sonrisa, la misma que ellos me regalaban, y cada vez que pienso en mis papás, ahora, siendo tu papá, sé que mucho les debo agradecer. No es que esto ya no lo supiera, pero cuando te veo, Julia, tan chiquita, tan de necesitarnos, ahí, digo, diez veces, gracias a mis padres. Tu presencia invita a un acto total de amor y solidaridad, y quiero anotarlo para que lo leas muchas veces, para que nunca te olvides de estas dos palabras básicas en esta vida: amor y solidaridad. Muchas palabras pueden desdibujarse, se pueden cambiar por otras, pero estas no. Yo no recuerdo la imagen de mi cuna, y vos quizá no recuerdes la tuya, pero tanto vos, mamá Evangelina y yo, sabremos que los momentos y las miradas, cuando nos encontramos en la felicidad del borde de tus sábanas, existieron, y fueron sonrisa acompañada de ciertas palabras.