Va de suyo que el valor queda afuera / y nos damos
cuenta que vano es lo humano, / capacidad no tenemos de alterar / esencialmente
nada. / Lo natural nos sufre, / con ojos impávidos nos mira; / venimos a estar
en una diáspora inconclusa, / fragmentos sobrantes de una armonía, / restos de
un barro de construcción / que no basta para un muñeco. // Afuera pasa lo que
realmente pasa, / manifestación, corteza, consumación. / Afuera rechinan los elementos,
/ las cabalgaduras, los refucilos, / la contracara liberada de lo virtual, / de
lo que no ha sido tocado / por el dedo absoluto del espejismo, / resistencia y
rebelión de lo distinto. // Afuera el inclemente plan sigue su curso, / las
incubaciones, / los retiros, / la piedra lavada, / el ciclo de las pieles, / el
rojo aluvión, / el despeñadero, / la saliva mártir del animal cercenado / que
vuelve a su estrella escondida, / a su madriguera donde incuba su futuro
incierto; / afuera todo deja su huella / y cada huella es referida, / cada
relincho en el aire abierto / traduce lo que nunca alcanzaremos, subidos / como
estamos en el tecno-globo aerostático / que lejano, lejano, nos desconoce, nos
pierde. / Ajenos a lenguajes que nos interpelan, / vienen por cuerda sensible /
y se van por rastro desierto, esos seres, / caen en la cuenta de que hemos
perdido / la condición de vivir al ras. (…).
Un poeta.
Un cronista de este mundo. El fino entramado de una escritura de imágenes
palabras. Crónica de desilusiones, de muerte, de triste aroma de final, y de una
brizna de esperanza en la mirada de algunas de las criaturas. Mirar desde la
tierra hacia la tierra. En defensa de la vida. Señalados los culpables. Variaciones de vizcachita es una cruda
poética sobre un mundo amenazado, un tembladeral maligno, un baile sobre filo
mellado y abismo, y a la vez una invitación a la resistencia. Un libro dolor,
en sintonía con La perdiz que mató
Monsanto, y un libro vida, una vida otra. Atada con buen nudo la garganta ansiosa
de la velocidad y el interés desbocado que a todo coloca un precio. Maldonado
escribe otro mundo, lo milita hace años, una vida, un compromiso ético, un
sueño, un poema, palabra que dice desde la no bulla, desde la lejanía de esas
luces frías que invitan a la obsolescencia programada de las almas fundantes. Un
poeta. Un cronista. Un hombre que dice mientras aún espera la vida.
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