¡Y flota! Dice a cámara el grupo de
amanuenses en el estudio de radio tv del periodista amigo.
Y todos ríen después de la consigna.
Felicidad en el coro.
Y me digo que flota. La mierda flota.
Desde pibito sé que la mierda, por lo general, flota. Pero hay distintos tipos
de mierda. También aprendí que está la mierda que se hunde para enterrarse en
el fondo. Está la que se lleva el río
de la historia. Está la mierda que no deja rastro.
No
te la pierdas, campeón.
La mierda tiene sus hacedores. Sus
campeones.
Es en el mercado donde se consigue
mierda de la mejor. Sólo para entendidos. Hay que estar atento a los avisos. A
los gurúes y los amigos bien informados. Ahora cargar el chango. Ora a
descargarlo con precisión. Es como un juego cruel, asesino. Para campeones.
Para aquellos que saben de leer las señales en el susodicho mercado.
El payaso es uno de los que ejecuta las
órdenes. En todo lugar se establece un vertedero de mierda. Una maquinaria
salvaje ha sido puesta en funcionamiento. La mierda derrama sobre la atención
de los discapacitados, el dinero que recibían del Estado, los remedios, los
servicios especiales que necesitan a diario, la humana atención. El payaso
corta toda la operatoria. Sale al grito de auditoría ya que nunca nadie hará.
Se burla en uno de sus escenarios: (…)
Están molestos porque les estamos afanando los choreos (…). Ella está
afanando los choreos. Nosotros estamos afanando los choreos. El payaso se dice encima. Cada vez más sucio.
El payaso sale de caravana proselitista
por las calles de la provincia de Buenos Aires. Vuela alguna piedra. Algo de
brócoli (a pesar del precio). Vuelan insultos hacia la caravana. Y desde la
susodicha serpiente viajera, el mismísimo payaso, grita, desaforado, rabioso,
tan formado en el odio, aúlla señalando a la contra. El payaso grita a viva voz
una especie de mantra con filo a fondo blanco: Negros de mierda. Así dijo el payaso presidente.
Flota la mierda en esta sociedad. Una
sociedad con crecimiento interesado. Llamame dólar, vento, guita, paco, mango,
peso, moneda, biyuya. A discreción la manera de nombrar el dinero. El dios
dinero. Y en esta religión importa ubicarse entre los que más lleno tienen el
bolsillo, y la cuenta bancaria que llevan dentro o fuera del país. Estos
tenedores de riqueza son los menos en el paisaje. Existe una cúpula del poder
económico. Existe el empresario al que solo le interesa el negocio con otro
empresario. Existe el ciudadano al que solo le importa su destino, ante todo,
monetario. Día y noche tratando de pelechar riqueza por las buenas o por las
malas sin que le preocupe la suerte del prójimo. Hay un poder, en esta sociedad
de círculo rojo, que quiere quedarse con todas fichas del juego. Y para ello
necesita ciertas reglas y ciertos empleados. Para que se ocupen del trabajo
sucio que significa sacarle la riqueza a la mayoría para su mejor suerte
millonaria, porque ellos los dueños del circo. Y entonces entra en escena el
payaso y su odio. Y así flota esa manera de mierda de vivir detrás de la guita.
No hay límite moral en el aplicado quehacer. Nada que haga ruido conciencia
adentro. Qué es lo que hay que hacer. Muy fácil. Aplastar la posibilidad de
vida del otro. Quedarse con la porción de riqueza que corresponde al hermano.
El payaso va siempre más allá. No es un
simple empleado administrativo del poder económico. No es uno más. Está
comprometido con su accionar. El payaso es un ejecutor, un asesino. Ejecuta
pensiones de discapacitados, medicamentos para tratamientos oncológicos, veta
el aumento para los jubilados. Lleva sangre en sus manos. El payaso flota. Es
cruel. Sádico. Una fría pulsión de destrucción. Y si es capaz de alguna
emoción, el deseo enfermo que lo lleva a un único disfrute está en la
humillación del otro.
¡Y flota! El payaso flota. Sobre la
labor en el Congreso. Desde el principio de su mandato le dio la espalda.
Primero salió de compras entre las góndolas, y consiguió ofertas varias en
diputados y senadores. Mientras ciertos gobernadores jugaban ronda en el bosque
esperando para negociar con el payaso lobo. Flota sobre la ley y entra en el
juego del veto. Y espera a ver si le devuelven la pelota. De puro curioso. No
está dispuesto a acatar ninguna ley que no esté en la lista de los mandados que
le marcan los dueños. Las víctimas, algunas, van al poder judicial con su
reclamo. El payaso no tiene pensado cumplir con lo que manda, si es que tal
milagro se manifestara, la doña justicia de manos compradas.
¡Y flota! Siempre flota sobre la
sociedad la sombra del imperio del norte. Vigilantes del mundo que contiene la
riqueza que a ellos les va a hacer falta. El payaso sostiene su fe de cipayo.
Siempre listo para lo que la corporación guste mandar.
¡Y flota! Hay dolor y sufrimiento en el
mientras tanto. La actividad comercial está en baja. Cada mes se compran menos
alimentos. Cada vez hay más personas que no disponen de los medicamentos
necesarios para seguir en la huella. Aumenta el número de personas que viven en
las calles. Aumenta el número de cartoneros. Cada vez más personas esperando
una posibilidad para comer. Están ahí, a la vista, habitantes de las calles
donde recibieron una vianda. Se alimentan en solitario sentados en alguna
vereda.
Mientras flota en el remolino de estos
tiempos, el ciudadano debe ofrendar su vida al sistema. No es justo. Es la
única opción para sobrevivir. Tener dos o tres trabajos. Trabajar el día
entero. Las bondades del reparto de pedidos a domicilio está a la mano.
Y si flota como flota la mierda en esta
sociedad no digas que son todos iguales. No digas que siempre fue así. Si el
payaso pudo sacarle los remedios gratis que Pami le entregaba a tu mamá, es
porque antes hubo alguien que pensó en la necesidad de tu mamá. No hay que
olvidar quién le sacó los remedios.
Y si flota no digas que tal vez le falte
más tiempo. No hay tiempo para regalar el voto otra vez. En política no son
todos iguales. No digas que siempre fue así. Es cuestión de revisar con
atención la historia que tramaron los asesinos desde los tiempos primeros de la
patria.
Y flota también la represión en las
calles. Para todo aquel que se manifieste en contra. Para todo aquel que
escriba o hable en contra, sea crítico, o denuncie a los operadores de la
corrupción. Hay palos a disposición y operaciones mentirosas combinadas en el
poder judicial con jueces y fiscales a la carta. Y entonces hay mierda para
mantener la educación. Y mierda para atender la salud. Así como también el
cierre de pequeñas fábricas. Así la soledad del desempleado. Así la suspensión
de personal en grandes empresas. Así los despidos en el Estado.
¡Y flota! Mientras todo este universo
sucede, flota el brazo ejecutor del payaso que lleva motosierra. El payaso
promete más sufrimiento. Y eso lo excita. No le preocupa que para millones de
seres humanos la esperanza sea una palabra vacía.
No
te la pierdas, campeón.
La mierda tiene sus hacedores. Sus
campeones.
¡Y flota! Flota entre las bandas de
flotación. Que el piso. Que el techo. Los dueños de nuestro mundo diseñan la
noche triste del pueblo.
Los que se oponen al quehacer asesino
del payaso, resisten desde distintas actividades. Urgidos por una esperanza que
cuesta mantener de pie, que cuesta alimentar con un sentido sanador.
Pienso en el hombre joven de treinta y ocho
años, repartidor de comida por aplicación. Los políticos son todos iguales,
decía. Ojalá haya escuchado que no es lo mismo el payaso que le sacó los
remedios gratis a su madre -no, no es igual- que aquel que pensó en entregarlo
gratis.
Pienso, y sé muy bien que flota, la
mierda flota, el payaso flota, y que casi todos los que miran a la pantalla,
flotan dando forma clara al enemigo. La tristeza de que tantos tengan el
convencimiento que cada uno se arregla solo.
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