Pensamiento uno

Desde que descubrí el camino hacia la luz, no paro de rebotar contra la lámpara.
















Edgardo Lois x Alejandro Lois

Pensamiento dos

A tener en cuenta: la felicidad es un arte efímero.

miércoles, 24 de septiembre de 2025

¡Y flota!


 

¡Y flota! Dice a cámara el grupo de amanuenses en el estudio de radio tv del periodista amigo.

Y todos ríen después de la consigna. Felicidad en el coro.

Y me digo que flota. La mierda flota. Desde pibito sé que la mierda, por lo general, flota. Pero hay distintos tipos de mierda. También aprendí que está la mierda que se hunde para enterrarse en el fondo. Está la que se lleva el río de la historia. Está la mierda que no deja rastro.

No te la pierdas, campeón.

La mierda tiene sus hacedores. Sus campeones.

Es en el mercado donde se consigue mierda de la mejor. Sólo para entendidos. Hay que estar atento a los avisos. A los gurúes y los amigos bien informados. Ahora cargar el chango. Ora a descargarlo con precisión. Es como un juego cruel, asesino. Para campeones. Para aquellos que saben de leer las señales en el susodicho mercado.

El payaso es uno de los que ejecuta las órdenes. En todo lugar se establece un vertedero de mierda. Una maquinaria salvaje ha sido puesta en funcionamiento. La mierda derrama sobre la atención de los discapacitados, el dinero que recibían del Estado, los remedios, los servicios especiales que necesitan a diario, la humana atención. El payaso corta toda la operatoria. Sale al grito de auditoría ya que nunca nadie hará. Se burla en uno de sus escenarios: (…) Están molestos porque les estamos afanando los choreos (…). Ella está afanando los choreos. Nosotros estamos afanando los choreos. El payaso se dice encima. Cada vez más sucio.

El payaso sale de caravana proselitista por las calles de la provincia de Buenos Aires. Vuela alguna piedra. Algo de brócoli (a pesar del precio). Vuelan insultos hacia la caravana. Y desde la susodicha serpiente viajera, el mismísimo payaso, grita, desaforado, rabioso, tan formado en el odio, aúlla señalando a la contra. El payaso grita a viva voz una especie de mantra con filo a fondo blanco: Negros de mierda. Así dijo el payaso presidente.

Flota la mierda en esta sociedad. Una sociedad con crecimiento interesado. Llamame dólar, vento, guita, paco, mango, peso, moneda, biyuya. A discreción la manera de nombrar el dinero. El dios dinero. Y en esta religión importa ubicarse entre los que más lleno tienen el bolsillo, y la cuenta bancaria que llevan dentro o fuera del país. Estos tenedores de riqueza son los menos en el paisaje. Existe una cúpula del poder económico. Existe el empresario al que solo le interesa el negocio con otro empresario. Existe el ciudadano al que solo le importa su destino, ante todo, monetario. Día y noche tratando de pelechar riqueza por las buenas o por las malas sin que le preocupe la suerte del prójimo. Hay un poder, en esta sociedad de círculo rojo, que quiere quedarse con todas fichas del juego. Y para ello necesita ciertas reglas y ciertos empleados. Para que se ocupen del trabajo sucio que significa sacarle la riqueza a la mayoría para su mejor suerte millonaria, porque ellos los dueños del circo. Y entonces entra en escena el payaso y su odio. Y así flota esa manera de mierda de vivir detrás de la guita. No hay límite moral en el aplicado quehacer. Nada que haga ruido conciencia adentro. Qué es lo que hay que hacer. Muy fácil. Aplastar la posibilidad de vida del otro. Quedarse con la porción de riqueza que corresponde al hermano.

El payaso va siempre más allá. No es un simple empleado administrativo del poder económico. No es uno más. Está comprometido con su accionar. El payaso es un ejecutor, un asesino. Ejecuta pensiones de discapacitados, medicamentos para tratamientos oncológicos, veta el aumento para los jubilados. Lleva sangre en sus manos. El payaso flota. Es cruel. Sádico. Una fría pulsión de destrucción. Y si es capaz de alguna emoción, el deseo enfermo que lo lleva a un único disfrute está en la humillación del otro.

¡Y flota! El payaso flota. Sobre la labor en el Congreso. Desde el principio de su mandato le dio la espalda. Primero salió de compras entre las góndolas, y consiguió ofertas varias en diputados y senadores. Mientras ciertos gobernadores jugaban ronda en el bosque esperando para negociar con el payaso lobo. Flota sobre la ley y entra en el juego del veto. Y espera a ver si le devuelven la pelota. De puro curioso. No está dispuesto a acatar ninguna ley que no esté en la lista de los mandados que le marcan los dueños. Las víctimas, algunas, van al poder judicial con su reclamo. El payaso no tiene pensado cumplir con lo que manda, si es que tal milagro se manifestara, la doña justicia de manos compradas.

¡Y flota! Siempre flota sobre la sociedad la sombra del imperio del norte. Vigilantes del mundo que contiene la riqueza que a ellos les va a hacer falta. El payaso sostiene su fe de cipayo. Siempre listo para lo que la corporación guste mandar. 

¡Y flota! Hay dolor y sufrimiento en el mientras tanto. La actividad comercial está en baja. Cada mes se compran menos alimentos. Cada vez hay más personas que no disponen de los medicamentos necesarios para seguir en la huella. Aumenta el número de personas que viven en las calles. Aumenta el número de cartoneros. Cada vez más personas esperando una posibilidad para comer. Están ahí, a la vista, habitantes de las calles donde recibieron una vianda. Se alimentan en solitario sentados en alguna vereda. 

Mientras flota en el remolino de estos tiempos, el ciudadano debe ofrendar su vida al sistema. No es justo. Es la única opción para sobrevivir. Tener dos o tres trabajos. Trabajar el día entero. Las bondades del reparto de pedidos a domicilio está a la mano.

Y si flota como flota la mierda en esta sociedad no digas que son todos iguales. No digas que siempre fue así. Si el payaso pudo sacarle los remedios gratis que Pami le entregaba a tu mamá, es porque antes hubo alguien que pensó en la necesidad de tu mamá. No hay que olvidar quién le sacó los remedios.

Y si flota no digas que tal vez le falte más tiempo. No hay tiempo para regalar el voto otra vez. En política no son todos iguales. No digas que siempre fue así. Es cuestión de revisar con atención la historia que tramaron los asesinos desde los tiempos primeros de la patria.

Y flota también la represión en las calles. Para todo aquel que se manifieste en contra. Para todo aquel que escriba o hable en contra, sea crítico, o denuncie a los operadores de la corrupción. Hay palos a disposición y operaciones mentirosas combinadas en el poder judicial con jueces y fiscales a la carta. Y entonces hay mierda para mantener la educación. Y mierda para atender la salud. Así como también el cierre de pequeñas fábricas. Así la soledad del desempleado. Así la suspensión de personal en grandes empresas. Así los despidos en el Estado.

¡Y flota! Mientras todo este universo sucede, flota el brazo ejecutor del payaso que lleva motosierra. El payaso promete más sufrimiento. Y eso lo excita. No le preocupa que para millones de seres humanos la esperanza sea una palabra vacía.

No te la pierdas, campeón.

La mierda tiene sus hacedores. Sus campeones.

¡Y flota! Flota entre las bandas de flotación. Que el piso. Que el techo. Los dueños de nuestro mundo diseñan la noche triste del pueblo.

Los que se oponen al quehacer asesino del payaso, resisten desde distintas actividades. Urgidos por una esperanza que cuesta mantener de pie, que cuesta alimentar con un sentido sanador.

 Pienso en el hombre joven de treinta y ocho años, repartidor de comida por aplicación. Los políticos son todos iguales, decía. Ojalá haya escuchado que no es lo mismo el payaso que le sacó los remedios gratis a su madre -no, no es igual- que aquel que pensó en entregarlo gratis.

Pienso, y sé muy bien que flota, la mierda flota, el payaso flota, y que casi todos los que miran a la pantalla, flotan dando forma clara al enemigo. La tristeza de que tantos tengan el convencimiento que cada uno se arregla solo.

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