A la mañana te despertás, llamás desde tu
habitación: mamápapá o papámamá, así: todo junto y a velocidad. Uno de los dos
acude a tu pedido y te acerca a la cama grande, pero contra todo lo supuesto,
el sitio no tiene para vos especial interés. Así que enseguida viene el cambio
de pañales y la colocación de la armadura para la mañana. Querés la mamadera,
vas hasta la mesa de la cocina. La señalás. Tomás la leche recostada en el
sillón mientras ves Paka Paka en la tv. Con mamá Evangelina desayunamos en la
cocina. Terminás la mamadera y la llevás hasta la mesada. Te ofrezco una
galletita. Esta combinación de movimientos se repite y se repite. Podría
decirte que todos la sabemos de memoria, aunque no por eso es menos linda de
transitar. Claro, que le diste una vuelta de tuerca al asunto cuando hace unos
días te pregunté: ¿una galletita?, indicaste que sí con la cabeza, y cuando
terminabas de agarrarla, dijiste: Y una papá. Fue la primera vez que ataste
tres flores en un ramo.
jueves, 13 de marzo de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario